Un año más aquí estoy, feliz de que volver a tener este espacio para divagar sobre las bandas sonoras nominadas a los próximos Oscar. No me extenderé demasiado con la introducción, que ya me explayo lo suficiente en los comentarios individuales; pero a modo general cabría destacar cómo se han invertido las tornas. Hace unos años, encontrar el trabajo disonante, electrónico o que subrayaba la experiencia mediante el contraste era la excepción entre instrumentalizaciones de orquesta más clásicas o melódicas. Sin embargo, esto último es la excepción en la lista de nominados de este año. Vamos a por ello.
'Madres paralelas' (Alberto Iglesias)
Cuando una es aficionada a escuchar bandas sonoras de forma habitual se suele caer en una dicotomía de experiencias curiosa; la experiencia de escucharla durante la película y la de escucharla después, y al margen de ella. Esta dicotomía puede tener varios resultados, pero uno de los menos frecuentes es que un trabajo disfrutable cuando está separado de su película no me guste mientras la estoy viendo. Es lo que me ha pasado con ‘Madres paralelas’; es lo que suele pasarme con Alberto Iglesias cuando trabaja con Pedro Almodóvar, de hecho. Iglesias suele tener un estilo de orquestar muy estimulante donde cada instrumento tiene entidad propia, huye del amalgama condensado y utiliza los diferentes timbres a modo de elementos temáticos de la música, jugando con ellos para evocar emociones e ideas que transmite la historia.
En ‘Madres paralelas’ la música está afectada por un halo de gravedad, por un tono casi de thriller psicológico que se rompe pocas veces con la ternura de un piano. Escuchada por sí misma, la inquietante música me resulta dinámica, con unos contrastes y unas melodías que me atrapan y me generan sentimientos. Durante la película, sin embargo, no. Entiendo lo que quieren hacer Almodóvar e Iglesias; quieren vestir el melodrama trágico sobre la maternidad con esos toques herrmannianos, con ese desasosiego que sienten sus protagonistas aunque no aparenten esa angustia de puertas afuera. Lo entiendo (creo), pero me agota. ‘Madres paralelas’ se me antoja sobre-musicalizada y esto contribuye a que lo vea todo con cierta distancia, a no conectar. Esto seguramente explica por qué mi trabajo favorito de Iglesias del año es ‘Maixabel’. El drama y todos los sentimientos tan difíciles y complejos de la película de Icíar Bollaín se ven acompañados por la música de Iglesias, pero en la sombra. Sin subrayar, sin tratar de igualar el nivel de intensidad emocional; casi como si quisiera ayudar a amansar todo ese torbellino de dolor con sus melodías, pero sin hacerlas de menos.
'El poder del perro' (Jonny Greenwood)
Y hablando de la dicotomía de experiencias, Jonny Greenwood es un sospechoso habitual en una de las que da más rabia: cuando el trabajo es excepcional y eleva la experiencia en película, pero escucharlo fuera de ella es incómodo. Greenwood ya fue nominado por su (maravilloso) trabajo en ‘El hilo invisible’, y curiosamente aquel trabajo de Paul Thomas Anderson comparte algo más que compositor con ‘El poder del perro’: la dualidad del relato. Jane Campion aborda la narración desde la sutileza y el subtexto (tanto por diálogos como con su cámara fetichista con los planos detalle), dando con un todo que es más que la suma de sus partes y que toma mayor sentido en retrospectiva, como ocurría con la historia de Alma y Reynolds. Tanto en ‘El hilo invisible’ como en ‘El perro invisible’ (je), Greenwood subraya con su música la disonancia entre lo que muestran los personajes de Daniel Day-Lewis y Benedict Cumberbatch y lo que esconden.
Phil Burbank es un tipo agresivo y desagradable, pero es inseguro, dependiente de su hermano; es más sensible de lo que aparenta e intelectual. Todo esto se traduce en cómo Greenwood juega con el contraste entre el timbre de los instrumentos de cuerda (más suave, aunque juegue también con cierta intensidad como en el tema sobre estas líneas, un inquietante cello tocado como si fuera un banjo) y el del viento metal (más contundente y penetrante). Todo esto combinado con esa latente sensación agorera de que algo va a pasar aunque no sepas qué potenciada por la música, funciona muchas veces como sustento para momentos aparentemente más vacíos en el largo metraje de la historia. Personalmente, el mejor trabajo de Greenwood del año sería ‘Spencer’, pero ya que comparten muchas cualidades, y que ya lo merecía fuertemente en su día por ‘El hilo invisible’, espero que por fin se reconozca el trabajo tan peculiar, tan desasosegante, tan incómodo, tan poco clasicista de Jonny Greenwood.
'No mires arriba' (Nicholas Britell)
Vaya por delante que a la que escribe esto le parece que la prepotencia y arrogancia de los guiones de Adam McKay son inversamente proporcionales a la sutileza, ingenio y profundidad de sus discursos. McKay hace películas con recado que en realidad son él subido a una caja gritando enfadado. Cine "señor, suélteme el brazo". Mi vehemencia con mis aficiones es casi siempre en positivo, pero merecía la pena mencionar que McKay es de las pocas excepciones, y es que Nicholas Britell consigue con su música lo que el director no: equilibrar el tono de la sátira. El tema principal, con ese estilo de jazz con viento algo irritante (que subraya lo caótico y loco de la situación sin llevarlo del todo a la comedia), se escucha en todo tipo de orquestaciones; y se entremezcla con el otro tema central, el de OH DIOS MIO UN COBETE, que recuerda un poco, por cierto al Thomas Newman de ‘Wall-E’, película con la que ‘Don’t Look Up’ comparte misantropía y un poquito de la sátira, además del entorno espacial. Son dos sonidos muy contrastados pero que Britell entremezcla que da gusto.
Britell se ha convertido en uno de mis compositores favoritos de los últimos años (’El vicio del poder’, también de McKay, es una obsesión personal) por cómo insufla la improvisación y el jugueteo del jazz en casi todos sus trabajos, incluidos los más clásicos y melódicos; tengo un lugar especial en mi corazón reservado para los que hacen orquestaciones peculiares como Britell, Russo o Desplat, qué le voy a hacer. Precisamente por esto he disfrutado más de sus otras bandas sonoras del año, ‘Cruella’, donde en lugar de jazz juega con el pop-rock y le queda chef’s kiss, y ‘The Underground Railroad’, mucho más tradicional pero llena de emoción. Pero entiendo que la sátira es un tono muy difícil de acompañar en una banda sonora, y Britell lo consigue con creces en ‘Don’t Look Up’.
'Encanto' (Germaine Franco)
La compositora Germaine Franco se ha convertido en la primera latina en ser nominada a mejor banda sonora, es también la sexta mujer en recibir nominación en esta categoría (una que va muy por detrás en inclusión y diversidad), y la primera mujer en firmar la partitura de una película de Disney (aunque ya formó parte del equipo tras las canciones y orquestaciones de ‘Coco’). Una lástima que si llegase a subir al escenario a recoger un Oscar, no tendrá visibilidad ya que la Academia ha decidido dejar fuera de la ceremonia ciertas categorías ¯\_(ツ)_/¯ Franco hace un gran trabajo transmitiendo la esencia Colombiana de la historia mediante la música y sus ritmos, incluso a oídos de alguien como servidora que distingue por nombre poco más que el tango o la salsa. Esto lo mezcla con la parte más mágica de tal forma que en ocasiones podríamos decir que esa “Casita” de los Madrigal es una suerte de Hogwarts Latinx.
En lo que a respecta a las canciones de Miranda, siempre me fascina su capacidad de romper con los ritmos, de jugar con tus expectativas de cómo suena una estrofa pop o de cómo se resuelve un estribillo. ‘Encanto’ tiene una estructura peculiar en la que encontramos, por ejemplo, tres versiones de la clásica canción de protagonista inadaptada/infeliz con su situación (Waiting on a Miracle, Surface Pressure y What Else Can I Do), las tres son excelentes soliloquios que transmiten cómo muchos miembros de la familia sienten que tienen una carga sobre sus hombros que nadie más en la familia entiende. El viaje de Mirabel no es uno propio, sino uno común que empieza con estas tres hermanas siendo conscientes de aquello que les provoca dolor y ayudándose mediante la comprensión. Pero el inesperado exitazo ha sido We Don’t Talk About Bruno (nou, nou), un tema salsero bailongo donde se hace evidente el silencio y la vergüenza que la matriarca de la familia inyecta en el resto ante cualquier signo de imperfección o de traspiés, ocultándolos y convirtiendo a Bruno en oveja negra, el pobre, que sólo quería ayudar. Le dices a su hermana que va a hacer a hacer tiempo regulinchis en su boda, que mejor comprar una carpa o algo, y te destierran.
‘Encanto’ es una historia preciosa sobre las dinámicas familiares, los conflictos que surgen en este entorno y la capacidad potencialmente devastadora que pueden tener sobre la salud mental y la autoestima, y los trabajos de Franco con la música, que viste las emociones universales con el sabor tradicional del origen de los Madrigal, y de Miranda con unos soliloquios que desbordan sensibilidad y conflicto sin sacrificar los ritmos bailongos pop o la “tarareabilidad”, son estupendos.
'Dune' (Hans Zimmer)
Para ser alguien que (probablemente) sobre-intelectualiza las bandas sonoras, la primera vez que vi ‘Dune’ salí pensando que el “diseño de sonido” de Zimmer acompañaba bien el trabajo de Denis Villeneuve pero no conseguía darle más personalidad a una historia que se identifica como una parte minúscula de algo más grande. Salí incluso pensando que un James Newton Howard habría hecho algo también atmosférico, pero con una orquestación más dinámica y melódica que favoreciera los diferentes temas de esa mitología. Yo, que pido un Oscar para Greenwood por deconstruir y romper el clasicismo de las bandas sonoras, le estaba pidiendo lo contrario a Zimmer. Tras un segundo visionado en el que salí mucho más convencida de la visión tan abstracta como exuberante de la música, leer a Zimmer exponer su planteamiento en varias entrevistas acabó por llevarme a su terreno. No hay orquesta en este trabajo, sino que casi todo parte de módulos de sintetizador que crearon especialmente para la película, aunque muchos de ellos partan de instrumentos reales que luego se han manipulado electrónicamente con Cubase.
Zimmer asoció diferentes instrumentos de viento (el duduk, la gaita, el dungchen tibetano) a las diferentes casas y lugares, y sus sonidos limpios aparecen aquí y allá; pero en general todo está pasado por un filtro que lo convierte en algo que un humano nunca podría replicar, creando así un paisaje de sonido totalmente alien donde lo único humano son las voces de tres mujeres que se escuchan durante toda la banda sonora. “En el futuro”, decía Zimmer, “los instrumentos podrán cambiar por la tecnología y podríamos ser mucho más experimentales, pero algo que no cambia es la voz humana”. Zimmer consigue con su música una mezcla lo ancestral y tradicional con lo futurista, que acompaña y complementa el ambicioso coming of age mesiánico de Villeneuve.
Ganará: 'Dune'
Podría ganar: 'El poder del perro'
Debería ganar: 'El poder del perro'
Debería estar nominada: 'El caballero verde' o 'Luca'
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